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miércoles, 4 de marzo de 2015

D. Salvador Jiménez Ibáñez, ex Alcalde de Albacete y Abogado. 45ª Semblanza de Almansa

Este almanseño ilustre destacó en su etapa política como Alcalde socialista de Albacete capital y también como Letrado de la Junta de Castilla-La Mancha, distinguido con la Cruz de San Raimundo de Peñafort. Ahora, de jubilado, continúa como asesor voluntario de quienes más lo necesitan en Cáritas o Cruz Roja. Y nos confiesa que su verdadera patria sigue siendo Almansa, al tiempo que nos recuerda a sus paisanos la obligación de intentar ser felices, por más dura y penosa que sea cualquier crisis.

1.-Háblenos de sus raíces almanseñas: la casa y calle donde nació, el colegio al que asistió. Cite a algunos amigos de su infancia o juventud. 

Nací el ya lejano primero de septiembre de 1943, en plena feria, en Almansa, en el número 62 de la calle de Aniceto Coloma (al lado de la “Agencia Pasvi” y esquina al callejón de Cencerreros, por mal nombre “de los burros”, luego veremos por qué), en el muy almanseño barrio de San Roque. En una casa que ya no existe pero muy viva en mi nostalgia, escenario de mi infancia (o sea, de mi patria). Cronológicamente, por tanto, soy un niño de la postguerra; circunstancia que, sin duda, imprime carácter.

2.-Familia a la que pertenece. 
Mi madre, María Belén, Maruja, también nacida en Almansa, hija de Antonio, veterinario. Mi padre, Salvador, también veterinario de profesión, había nacido en la “otra” Tolosa, pequeña pedanía de Alcalá del Júcar, y, cuando terminó su carrera en Madrid, vino a nuestra ciudad para aprender y practicar con mi abuelo materno. En los bajos de mi casa había una clínica veterinaria, lo que en la época llevaba aparejado un herradero para las caballerías, de ahí el topónimo popular dado al callejón paredaño que creo que todavía perdura.

Tengo dos hermanos mayores que yo: José Antonio (Tono), médico ya jubilado de niños en Alicante, y Maribel que vive también por aquellas tierras; casados con dos almanseños: Elia Teruel y Pepe “el de los Navarros”. Mi primo, Virgilio Arteaga Ibáñez, fue durante toda su vida un esforzado y querido médico en nuestro pueblo.

3.-Colegio al que asistió y amigos de su infancia y juventud. 
Mis primeras letras las aprendí con las monjas, las Esclavas de María, donde la hermana Joaquina ponía freno a las travesuras de los párvulos con la amenaza, nunca cumplida, de “meternos el brazo por la manga”.

Después seguiría yendo al colegio en la misma calle llamada -no sé si aún- Nueva, pero que bien podría denominarse de la Enseñanza, pues en mis tiempos escolares había en ella hasta cuatro centros destinados a ella: el ya citado de las monjas, unas escuelas nacionales, el colegio Episcopal y la academia Lope de Vega. En esta última empecé en primaria con doña Paquita Serra y seguí el bachiller bajo la dirección, primero, del carismático don Manuel Sánchez Jordán y, después, de don Patricio Estrada Romero.

Allí conocería a muchos amigos que nunca se olvidan: Miguel Ruano, cardiólogo ilustre de “La Fe” valenciana; los hermanos Domínguez, farmacéuticos; Bonillo, protomártir de las iras de don Patricio y campeón en el juego de los botones; Lorenzo Pérez Díaz, aplicadísimo estudiante y exquisito dibujante a plumilla; José Luis Rodríguez, monárquico cuando nadie lo era; Enrique Planelles, hermano del heroico cadete de aviación que salvo a un niño de ahogarse en El Pantano; José Antonio Coloma, peso pesado de la comicidad; y tantos otros, cuyos nombres y alias siguen en mi recuerdo. En aquellos tiempos los estudiantes almanseños nos dividíamos en dos bandos, o bandas, irreconciliables: los de la Lope de Vega, “pelos de ave” -apelativo leído al revés del Fénix de los Ingenios, ideado por nuestros enemigos- y los de la “Virgen de Belén”; las dos únicas academias almanseñas donde se podía cursar el Bachillerato para examinarnos a fin de curso, como libres, en el Instituto de Albacete, entonces el único existente en la provincia.

Otros amigos inolvidables de aquella época, a los que me gustaría volver a abrazar, fueron Guillermo Navarro Asín, Pedro y Primitivo Olaya Ruano, Artemio Cuenca Payá, Juan…

4.-¿Qué estudios universitarios realizó? ¿Dónde y por qué? 
En los años sesenta del siglo pasado, estudié –siguiendo el consejo paterno, como otros muchos- la carrera de Derecho en Valencia, residiendo algún tiempo en el Colegio Mayor “Luis Vives”, donde bebí los aires críticos de lo que debe ser una persona comprometida con la sociedad de su tiempo. Después preparé oposiciones en Madrid y, en ambos ambientes universitarios, me conciencié de las injusticias que encerraba en su seno la dictadura que padecíamos.

5.-¿A lo largo de sus estudios le dejó algún Maestro o Profesor una huella especial? ¿En qué sentido?
En el preuniversitario tuve en Valencia un profesor de latín, don Constantino, que me hizo entender en un año todo lo que no había comprendido de esa lengua en seis cursos de bachiller. En la carrera, tuve un profesor de Derecho del Trabajo, Efrén Borrajo, que prefería más formar que informar. En mi etapa de opositor tuve dos preparadores, Pedro García de Leániz y Juan Francisco Bonilla Encina, que desde distintas ideologías ambos trasmitían humanismo. Y como profesor universitario formé parte del equipo de cinco magníficos catedráticos de Derecho Administrativo, Ángel Ortega, Miguel Sánchez Morón, José Luis Piñar, Carmen Chinchilla y Francisco Delgado. Todos ellos, junto a la “soledad sonora” de los libros, han contribuido no solo a saber lo que sé sino también a ser como soy.

6.-Relate brevemente algún aspecto de la sociedad local o nacional que en su juventud le llamara poderosamente la atención. 
Cuando salía del colegio en mis primeros tiempos escolares e iba hacia mi casa por la calle de San Roque (nombre popular de la de Aniceto Coloma) podría haber pensado que, en vez de en un lugar de la Mancha o, por lo menos, cercano a ella, había nacido en una industriosa ciudad (tipo Manchester o Bilbao); pues a las doce sonaba una gran sirena que se oía en todo el pueblo señalando la salida de los trabajadores de la fábrica de Calzados Coloma. Era el anuncio de una riada de hombres y mujeres, yo creo que cerca de mil, que bajaban por aquella calle hacia sus casas para comer y que regresarían a las dos de la tarde convocados de nuevo al tajo por aquel sonido de mi infancia, que se calló, desafortunadamente, en mi primera adolescencia.

7.-¿Cuál ha sido su itinerario profesional? 
Después de trabajar en Madrid uno o dos años como asesor jurídico en un despacho fiscal (“Auditoría Solís”), en 1971 entré en la Administración y fui destinado a Albacete como jefe de los Servicios provinciales del Instituto Nacional de la Vivienda.

1973: En el trabajo felizmente conocí a Virginia Scasso Veganzones y nos casamos.

1974: Empecé a ejercer la abogacía, junto con mi cuñado Carlos Scasso, en el despacho de Andrés de la Vega Alcañiz. De aquella primera etapa como abogado recuerdo los pleitos en los que defendimos a los expropiados del Alto de la Villa desalojados para construir la actual Villacerrada.

1979: Elecciones municipales a las que concurrí como cabeza de lista por el Partido Socialista y fui elegido alcalde en virtud del pacto entre el PSOE y el Partido Comunista.

1983: Con cuarenta años dejé la política, de la que había sido algo más que un turista accidental, para volver a mi trabajo: la función pública y el derecho.

1984: Volví al Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo hasta que, constituida la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha, fui transferido a ella en 1984.

1986: Se creaba la universidad de la nueva región y a ella me incorporaría, primero como profesor asociado de Derecho Administrativo y después como profesor honorario.

1987: Me integré como Letrado en el recién creado Gabinete Jurídico de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, y como Letrado-Jefe del mismo a partir de 1997.

2004: Elegido por unanimidad de las Cortes regionales miembro del Consejo Consultivo de Castilla-La Mancha, superior órgano consultivo en derecho de la Junta de Comunidades y de las Corporaciones Locales de la Comunidad Autónoma, según su Estatuto de Autonomía.

2012: Con 69 años, me jubilé y empecé, como voluntario, una nueva vida como mediador jurídico en el Barrio de la Estrella, con Pepe Sánchez, abogado de Cáritas y en la Cruz Roja. El ser ahora abogado de pobres está siendo para mí una aventura rejuvenecedora y estimulante.

8.-Ha sido Abogado, letrado de la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, y también político, Alcalde de Albacete entre 1979 y 1983. ¿En qué cargo se encontró más cómodo? ¿Hay alguna relación de causa a efecto entre ambos cargos o surgió de forma casual? 
Mi participación activa en política ha sido casi accidental y comprende la época de los últimos años del franquismo y del inicio de la democracia, esa que después hemos llamado “Transición”, cuando mi generación por juventud y por idealismo creía que podía transformar el mundo. Con los años vimos lo ardua y difícil que era esa tarea. Fuera de esto toda mi vida profesional ha estado dedicada al Derecho, con una vocación jurídica que se ha ido incrementando con el paso del tiempo.

Tanto la alcaldía como la abogacía son actividades de “riesgo”, incluso de sufrimiento en muchos casos y, por tanto, poco propicias para la comodidad; pero que permiten conocer mejor a los seres humanos y atisbar que otro mundo más justo es posible, pero muy difícil de alcanzar si no cambiamos nuestros valores.

9.-Todos le reconocen un brillante papel como Alcalde de Albacete. ¿Qué logros destacaría de su mandato? ¿Qué objetivos no llegó a conseguir? 
La casualidad quiso que, una vez restituida la democracia en nuestro país, fuera el alcalde de Albacete con una mayoría de izquierdas (socialistas y comunistas) que creo que constituimos, incluidos incluso los concejales de Unión de Centro Democrático en la oposición, vista desde la lejanía, una Corporación dialogante, moderadamente radical, decididamente renovadora y con escasez de recursos económicos, pero muy voluntariosa. De ella he hablado por extenso en el último capítulo, titulado “Egohistoria. El cambio político desde el salón municipal de plenos”, del libro “El franquismo y la transición en España”, publicado por la editorial Catarata, Madrid, 2008.

El mayor esfuerzo de aquella Corporación residió en intentar que los ciudadanos consideraran el Ayuntamiento como algo suyo. No sé si lo conseguimos.

Logros concretos: quitamos la beneficencia caritativa para introducir los servicios sociales como un derecho de los ciudadanos; en Cultura creamos una de las primeras Universidades Populares de España, una Escuela municipal de teatro, que desafortunadamente ha desaparecido, y abrimos bibliotecas en los barrios, que perduran; en Urbanismo, compramos a los particulares la Posada del Rosario y la salvamos de la piqueta, y derribamos un edificio en construcción que tapaba la Catedral; en Sanidad, sustituimos la vieja Casa de Socorro por un moderno Centro público de Salud, instalamos un Laboratorio municipal para control de aguas y alimentos (no olvidemos que eran los tiempos de la colza) y creamos la primera Oficina Municipal de Consumo del país. Le dimos mucha importancia a la creación de zonas verdes, la más importante de las cuales fue el Parque Lineal, y buscamos a través de un nuevo Plan de Ordenación Urbanística una ciudad más humana y con menores diferencias entre el centro y los barrios.

Por hacer, nos faltaron muchas cosas. Una de las que más me dolió fue la de no mejorar el transporte público urbano a pesar de intentarlo, eso solo se consiguió por otra Corporación posterior.

10.-Supongo que un buen Alcalde lo ha sido y lo suele ser también por el equipo de Concejales del que se rodea. Cite a algunos de sus colaboradores en el Ayuntamiento de Albacete. 
Bueno será recordar que las primeras corporaciones democráticas gobernamos con la antigua Ley de Régimen Local de 1955, que, en puridad, desconocía cosas tan elementales como el juego dialéctico exigible, en toda democracia, entre gobierno y oposición y, por tanto, el poder ejecutivo lo compusimos todos los Concejales, incluidos los de UCD. que a la vez eran gobierno y oposición. Confusión que duraría hasta que en 1986 se aprobase la actual Ley de Bases de Régimen Local.

Este anacronismo normativo tuvo, sin embargo, la virtualidad -de la necesidad siempre hay que hacer virtud- de convertirnos en una corporación consensuadora y dialogante. En ella gobierno y oposición buscamos más los acuerdos y coincidencias que las diferencias ideológicas para utilizarlas como arma arrojadiza.

De aquel grupo de munícipes echo de menos a los ya numerosos fallecidos (Carlos Sempere, Pedro Romero, Concha Barceló, Jesús Alemán, Pepi Alfaro, Pepe Calderón, Juan Gómez Tomás, Jaime Almazán y José Antonio García Cebrián) y sigo disfrutando de la amistad de los que viven (Florián Godes, María Ángeles López Fuster, Manolo Vergara, José Luis Gil, Jorge de las Heras, Jaime Fedriani, Blas González Honrubia, Juan de la Encarnación, Antonio Avilés, Emilia Lara, Luis Collado, José María López Ariza, Juan Antonio Mata, Tomás Mancebo, José Vicente Giménez, Pepe Molina, Antonio Vázquez, Juan José Gascón, Salvador Motos o Manuel Marín).

Por encima de credos o ideologías a todos nos unía el deseo de trabajar por mejorar la ciudad, para demostrarlo basta una anécdota: para reivindicar la Universidad ante la tozuda oposición del ministro de Educación del gobierno de UCD -luego también se opondría el ministro socialista Maravall- a que nuestra región la tuviese, convocó el Ayuntamiento una manifestación, mal vista por las autoridades gubernativas y el partido gobernante -UCD-, que prohibió a sus concejales la asistencia; pero asistieron a la manifestación más de nueve mil personas de toda clase y condición reivindicando la Universidad para nuestra tierra y la pancarta que la abría la portaban todos los concejales del ayuntamiento incluidos los de UCD, en los que pudo más el amor a su ciudad que las consignas partidarias, lo que no siempre sucede.

11.-En su época los políticos estaban más próximos a los ciudadanos. ¿A qué atribuye el actual distanciamiento entre ambos colectivos? Cítenos a varios políticos, locales, regionales o nacionales, que hayan sido para Vd. un modelo en su vida. 
Quizá eran tiempos en los que todo era posible, porque estábamos, después de muchos años, estrenando la democracia y, no ya los concejales, sino también muchos ciudadanos de a pie colaboraron con aquel primer Ayuntamiento constitucional. Recuerdo a Antonio Fernández, “Maza”, que, cuando salía de trabajar, recorría las calles para ver si había algún desperfecto y avisar al alcalde para que lo repararán y para justificar su conducta decía que ahora el Ayuntamiento éramos todos; o a Fernando Rodríguez, arquitecto que creó desinteresadamente el Parque Lineal; o al ingeniero Antonio Díaz Cadórniga, espontáneo asesor de zonas verdes; o cuando, el 23 de febrero de 1981, más de cien ciudadanos se encerraron con nosotros en la Casa Consistorial al saber por la radio que Tejero había entrado en el Congreso de los Diputados pistola en mano.

Después, poco a poco, la democracia se fue haciendo rutina y los políticos se fueron distanciando de los ciudadanos y la ciudadanía de ellos. La corrupción de unos pocos (pero, sin duda, bastantes y de todos los colores) ha apolillado muchas ilusiones y ha hecho que injustamente olvidemos a los muchos que trabajaron honradamente por mejorar la sociedad.

Para mí políticos como Salmerón, Gumersindo de Azcárate, Pablo Iglesias, Jaime Vera, Manuel Azaña, Fernando de los Ríos, Julián Besteiro, Indalecio Prieto, Adolfo Suárez, Felipe González, Santiago Carrillo, Luis Gómez Llorente, Gregorio Peces Barba o Federico Mayor Zaragoza, entre otros muchos, son los que han conseguido, durante casi siglo y medio, modernizar este país y hacer olvidar al Caín que muchos españoles llevamos dentro.

12.-Estará al tanto del desprestigio que también tienen los Jueces en España. ¿Jueces, Tribunales y Fiscales no deberían ser más independientes de los gobiernos de turno? ¿La justicia en España no es demasiado cara para los ciudadanos? 
Ser Juez es una profesión difícil, pues casi siempre, la mitad de los justiciables, al menos, pierden el pleito y discrepan de sus sentencias. También la falta de suficientes Jueces hace que la Justicia sea muy lenta y, sabido es, que si es tardía es menos justa. Igualmente es verdad que hay Jueces deficientes, pero creo que no en mayor proporción que médicos, abogados o empresarios malos. Desde luego, la objetividad debe ser el santo y seña de la judicatura, y su independencia del Poder, aunque a veces se pone en duda, me parece que ha mejorado sustancialmente después de la Constitución. Incluso, últimamente, algunos Jueces son la última trinchera frente a los abusos de una banca desaforada y unos poderes públicos que recortan nuestro incipiente Estado del bienestar hartándose de decir a los más menesterosos que han vivido por encima de sus posibilidades.

Es evidente que la Justicia, con las nuevas tasas aprobadas por este Gobierno, es muy cara y está generando indefensión sobre todo para la clase media, que es aquélla a la que no alcanza el sistema de justicia gratuita. Afortunadamente la malhadada Ley de Tasas acaba de ser cambiada.

13.-Sabemos que Vd. defiende a personas desahuciadas incluso sin cobrarles nada. ¿En su opinión cómo se solucionarían los desahucios? 
Como ya estoy jubilado, no hago otra cosa que intentar mantenerme en activo como voluntario en Cruz Roja, en Cáritas y en la Oficina de Atención Ciudadana abierta en la Casa del Pueblo de Albacete. Es aquello a lo que he dedicado mi vida: el asesoramiento jurídico, ahora para los que más lo necesitan, porque, como decía Pío Baroja, muchas veces las leyes solo ladran a los que van mal vestidos (o sea a los pobres).

Los desahucios, que nos están desprestigiando ante Europa, solo desaparecerán con leyes que conviertan en realidad aquello que dice el artículo 47 de nuestra Constitución, de que todos los españoles tienen derecho a una vivienda digna y adecuada.

14.-Vd. ha recibido el pasado año la Cruz de Primera Clase de San Raimundo de Peñafort. ¿Por qué se concede tan alta distinción a un abogado? ¿Cuáles son sus sentimientos? 
Esta distinción para juristas, en mi caso la debo a la amistad de mis compañeros Letrados de la Junta, al apoyo de algunas instituciones y de varios magistrados del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha encabezados por su presidente. Mis sentimientos ante tal concesión son los de agradecimiento y de orgullo, porque quien no tenga algo de vanidad que tire la primera piedra.

15.-¿Cómo vive su condición de almanseño en el exilio? ¿Qué palabras tiene para sus paisanos en la situación de crisis económica que está padeciendo? 
Qué gran verdad es aquello que dijo Rilke de que la verdadera patria del hombre es su infancia y, por tanto, la mía es la Almansa de mi niñez y adolescencia. Sus gentes, escenario y paisaje los evoco por dondequiera que voy. A mis paisanos les deseo que ninguna crisis, ni siquiera la muy dura que estamos sufriendo, les haga olvidar que nuestra verdadera obligación, como seres humanos, es intentar cada día ser felices, porque la felicidad los convertirá en mejores personas.

Muchas gracias, D. Salvador, y enhorabuena por toda su vida entregada al Derecho y ocasionalmente a la política. Y por su servicio voluntario en asociaciones sociales.

Cyrano de Bergerac, 5 de Marzo de 2015.



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